A 25 metros del nivel del mar, esta emblemática belleza enclavada en medio de las rocas de Cabo Polonio y escenario preferido por los lobos marinos que las eligen para tomar sol.

 

Durante mucho tiempo este rincón del país estuvo aislado y con múltiples embarcaciones que resultaron destrozadas por sus rocas. Precisamente, el nombre “Polonio” proviene de un galeón español del mismo nombre que no pudo sobrevivir a las laberínticas costas uruguayas en el siglo XVIII.

 

En 1880 se resolvió que está situación no podía continuar así y se determinó la construcción de un faro que oriente a los navegante. Un año después, Cabo Polonio inauguraba su luz guía. De todos modos, no fue sino hasta principios del siglo pasado que el poblado comenzó a tener fuerza, siendo el lugar de trabajo de personas que se vinculaban a la actividad lobera, décadas después prohibidas. Tuvo que pasar mucho tiempo para que este destino así como también su faro fueran descubiertos por jóvenes apasionados por la naturaleza.

 

En 1976 el faro fue declarado Monumento Histórico y eso terminó por catapultarlo como uno de los grandes emblemas de la costa rochense, y uno de los lugares obligados a visitar por los aventureros que se lanzan hacia el disfrute de todo el entorno. El ascenso consiste en superar 132 escalones que bien valen el esfuerzo. Desde arriba la vista es increíble, se logra ver el poblado, las islas, los lobos marinas, la impresionante franja de playas y las dunas.

 

Puede ser visitado todos los días de 10 a 13 hs. y de 15 a 17 hs. Hacerlo cuesta alrededor de un dólar por persona. Vale aclarar por las dudas que niños menores de 8 años no pueden subir.

 

¡Una visita es imperdible!