En las calles de Montevideo y los paisajes marítimos de Punta del Diablo, hay una historia de amor, familia y gastronomía. En la capital, Restaurante Blanes y en el balneario rochense La Boyita. Este establecimiento, fruto del esfuerzo familiar, se ha convertido en un referente de la cocina uruguaya.

"Es un negocio familiar ", explica Shirley Silvera. Esta declaración resume no solo la estructura del negocio, sino su espíritu. Además de las exquisiteces que preparan, utilizan un condimento muy valorado por los clientes: pasión.

La historia de este lugar comienza con un local de pastas. Agustina Risso, hija de Shirley, se encarga de toda la parte artística y logística del restaurante, mientras que el también hijo de Shirley, William, es el que le pone todo su amor a cada plato, que está cuidadosamente diseñado.

La calidad es un pilar fundamental en su cocina. "Usamos todos productos naturales" mayormente orgánicos enfatiza Shirley. Esta dedicación al producto fresco y natural es lo que ha cimentado la reputación del restaurante a lo largo de los años.

La experiencia se complementa con una cuidada selección de vinos marselan, cabernet y maracuyá, resultado de una colaboración que tienen con bodega Santero, que enriquecen cada comida es una bodega joven y con una impronta fuerte en Uruguay”, además contamos con vinos chilenos y Argentinos, cervezas y tragos de autor.

Blanes es más que un restaurante; es un espacio de encuentro y creatividad. Regularmente, se organizan talleres de arte y eventos de música en vivo, convirtiendo al restaurante en un centro cultural.

Agustina, encargada del restaurante, aporta su visión: "La gente viene a buscar un espacio para comer, tomar algo y aprender algo". Estos talleres incluyen cerámica fría y pintura, ofreciendo a los visitantes una oportunidad única para explorar su creatividad. "La idea es que vengan a jugar", agrega Florencia, quien apoya en la parte, destacando el ambiente lúdico y acogedor del restaurante.

"La idea es que la esencia sea la misma, sentirse cómodo en familia, compartir un espacio", agrega Agustina.

La expansión a Punta del Diablo

La expansión a Punta del Diablo fue un paso natural en su evolución. "Este restaurante surgió hace años, estábamos con ganas de expandirnos, de hacer algo diferente, algo más que tuviera olorcito a mar", relata.

Esta nueva ubicación no solo ofrece un cambio de ambiente, sino también una expansión de su oferta culinaria, buscando una fusión entre lo mediterráneo, lo italiano y lo marítimo.

Más allá de la comida, lo que realmente define a Restaurante Blanes y La Boyita es su enfoque en las relaciones humanas. "El negocio es familia, y si bien trabaja gente para nosotros, consideramos que esa gente son amigos", explica Shirley. Esta filosofía convierte a cada comida en una experiencia íntima y cálida.

Contactate con el restaurante Blanes y con La Boyita en este link.